Carolina Viggiano, colaboradora: Buenos días. Hoy, todas las democracias en el mundo pasan por problemas similares, aunados a una crisis de credibilidad en los partidos políticos, de manera más aguda en los partidos en el gobierno. México no es la excepción. Difícilmente podemos comprender diversos problemas que enfrentamos sin asomarnos al contexto global. La economía es el mejor ejemplo de ello, sumado a que vuelve aún más compleja la comunicación social de un gobierno y del partido que gobierna. La semana pasada, el PRI vivió su proceso de cambio de dirigencia, esto motivó a una serie de análisis e incluso críticas, algunas sobre el proceso mismo, otras sobre el tiempo de militancia de quien hoy lo dirige, Enrique Ochoa Reza. En lo personal, me gusta el perfil de Enrique Ochoa, explico por qué. He tenido poco trato con él, pero cada vez que lo he hecho encuentro en el él a un hombre sencillo, sensible y preparado. Cuando fui titular del Consejo Nacional de Fomento Educativo y él lo era de la Comisión Federal de Electricidad, no tuve más que decirle: "Enrique, los niños más pobres de México necesitan energía eléctrica en sus aulas, ellos también tienen derecho a usar una computadora" para que de inmediato tomara cartas en el asunto, sin poner atención en la dificultad que significa poner cualquier servicio en las comunidades más pequeñas y marginadas del país, que son para las que trabaja el Conafe. Me escuchó y me dijo convencido y comprometido: "Por supuesto que sí, no tengo un presupuesto para ello, pero veré cómo le hago, porque es un asunto de justicia social". Inicialmente pensé que iba a pasar por un proceso burocrático antes de que ello ocurriera, no fue así. Enrique, simplemente, lo hizo posible. Soy una militante del PRI como muchas otras mujeres y hombres, forjada en el trabajo duro y la gestión social, la nueva dirigencia del PRI tiene enfrente un enorme reto, requerirá disciplina, diálogo, debate, pero sobre todo unidad partidista como principal fortaleza. Duración: 02’ 35” bmj/m |